Cada año, más de un millón de estadounidenses padecen herpes zóster, una erupción con ampollas y escozor causada por el herpes zóster -que es la misma infección vírica que afecta a las raíces nerviosas y causa la varicela-. De hecho, quienes han padecido varicela pueden acabar padeciendo herpes zóster años más tarde (con mayor frecuencia después de los 50 años) debido a que la infección puede vivir latente y volver a activarse por el aumento de la edad, la disminución de la inmunidad, un tratamiento médico (por ejemplo, radiación), una medicación que suprima la inmunidad, o una infección (por ejemplo, el VIH).
El problema con el herpes zóster es que, a menudo, imita a otras enfermedades (como la hiedra venenosa o la sarna), produciendo síntomas similares. Sin embargo, hay algunos signos reveladores que delatan al herpes zóster, tales como…
1. Erupción
Cuando el virus del herpes zóster se activa, es probable que aparezca un sarpullido que asoma su fea cabeza en forma de ampollas dolorosas y llenas de líquido (las que, a menudo, se limitan a un solo lado o zona del cuerpo). Esto ocurre porque el virus afecta raíces nerviosas localizadas, normalmente en el pecho, la espalda, las nalgas o el cuello, y permanece directamente conectado a esas áreas durante unos 7 a 10 días. Al principio, las ampollas estarán llenas de un líquido transparente, pero al cabo de unos días, el líquido se enturbiará y adquirirá un tono más oscuro y turbio.
La mayoría de los pacientes afirman haber tenido un malestar general en los días previos a la aparición de la erupción, y algunos dicen haber desarrollado una forma leve de gripe. Estos síntomas gripales suelen ir acompañados de una inflamación de los ganglios linfáticos, los que pueden volverse sensibles al tacto. Si alguna vez ha tenido varicela y desarrolla síntomas parecidos a los de la gripe e inflamación de los ganglios linfáticos, esté atento a la aparición de una erupción y visite a su médico lo antes posible si la desarrolla.