La intolerancia a la lactosa es un problema que afecta a las personas que no pueden digerir la lactosa (o los azúcares de los productos lácteos) debido a una deficiencia de lactasa (una enzima producida en el intestino delgado). Sin una cantidad suficiente de lactasa, el cuerpo es incapaz de descomponer la lactosa en glucosa para absorberla en el torrente sanguíneo como energía.
Aunque no es peligroso, ser intolerante a la lactosa puede resultar incómodo cuando se consumen productos lácteos. La única forma de evitar el malestar es evitar los alimentos y bebidas que contienen lactosa o tomar suplementos de enzimas digestivas de lactasa. Para determinar si eres o no intolerante a la lactosa, lee sobre estos síntomas comunes y las pruebas disponibles que pueden ayudar a llegar a un diagnóstico…
1. Dolor de estómago
Uno de los síntomas más comunes de la intolerancia a la lactosa es el dolor de estómago. Cuando una persona sufre algún tipo de dolor de estómago, suele pensar que se debe a algo que ha comido, sobre todo si esa persona es intolerante a la lactosa. La persona experimentará este dolor porque su cuerpo es incapaz de descomponer la lactosa.
«Los carbohidratos como la lactosa no pueden ser absorbidos por las células que recubren el colon, pero pueden ser fermentados y descompuestos por las bacterias naturales que viven allí, conocidas como la microflora», indica Healthline. Al producirse la fermentación de la lactosa, se liberan gases de hidrógeno, metano y dióxido de carbono, que son los que provocan el dolor de estómago y los calambres.